sábado, 31 de mayo de 2008

CORTE A UN DERECHO CIUDADANO.

Una vez más, los habitantes del Gran Buenos Aires y de la Capital Federal sufrimos esta semana un sin número de cortes de avenidas, calles y rutas. Una metodolgía de protesta extendida hoy en día, y se cree que es la más efectiva. Po eso, para cualquier tipo de protesta, no se duda en cortar una avenida con gran cuadal de automóviles para generar un caos vehicular en la zona y llamar la atención de gobernantes.


Alumnos de escuelas porteñas utilizaron este tipo de medidas o manifestaciones para protestar contra la falta de calefacción en los colegios. Jóvenes del Comercial 19, cortaron la avenida Rivadavia en su intersección con la avenida Acoyte, centro nuerálgico de Caballito, lo que
produjo exasperación de vecinos y automovilistas. La gente no sabía por donde pasaban los colectivos y los choferes de taxis y autos particulares no sabían como evadir la zona devenida en un caos de confusión e impaciencia. Un señor de unos 60 años que caminaba por al lado de la zona de protesta, donde los estudiantes secundarios hacían sonar bombos y se tapaban con largas frazadas para impedir que el penetrante frío les cale los huesos, decía con gestos de odio y rencor: "¡Estos no son estudiantes, son una manga de vagos que no quieren tener clases, en nuestra época nos moríamos a frío en el colegio y te la tenías que bancar!".


Como esta, hubo varias protestas de alumnos, que indignados por no tener condiciones mínimas de infraestructura, salieron a la calle a mostrar su problema a la sociedad. Los chicos del Normal 9 cortaron la avenida San juan al 2900, los del Normal 8 se congregaron en La rioja al 1042, los del Liceo 1 en Santa Fe al 2778, entre otras tantas manifestaciones.


(Párrafo al margen: Hay 400 colegios con problemas edilicios en la ciudad de Buenos Aires, en vez de decir que esto no se solucionará hasta el año que viene, como dijo Mauricio, que es Macri, podrían tomar cartas en el asunto ya, para al menos, brindar las condiciones mínimas y elementales para que pueda mejorar la educación. Disculpen el centralismo de mi nota, soy consciente de que en el resto del país hay muchísimos otros casos de escuelas destruidas y que no cuentan con el más básico instrumental para poder trabajar con normalidad, pero los datos de la capital son los que tengo más a mano, y debo que ser consciente de mis limitaciones.)


Estudiantes universitarios también se manifestaron cortando el tránsito en la avenida Lugones por el cierre del CBC de Merlo. Además de bloquear la circulación de automóviles, agrupaciones de izquierda y la FUBA, tomaron de forma violenta el rectorado de la calle Viamonte en plena Capital Federal.


De más esta nombrar los cientos de cortes temporarios o parciales de rutas de todo el país por el inagotable conflicto entre el gobierno y las entidades agrarias por el tema de la retenciones móviles.


Todas estas protestas (entendibles), y las muchas que omito por razones obvias de que se hace incalculable la cantidad de manifestaciones que hay en todo el país a diario, alertan sobre dos cosas principalmente.


Por un lado, encienden la luz de alerta sobre la situación caótica y de efervescencia que se vive en la sociedad por los discursos separatistas, violentos, radicales, autoritarios y provocadores que lanzan los principales referentes políticos del gobierno. Ante esto, sólo voy a citar a la jefa de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, que lanzó una de las más pertinentes declaraciones que pude escuchar: "No hay que tener miedo, no hay que responder a la provocación y hay que prácticar el derecho a resistir a la opresión".


El otro asunto que entraña estas manifestaciones civiles es la escasa creatividad de los actores para demostrar su descontento, resignación o malestar con cualquiera de los temas que toqué anteriormente. Cortar rutas es un delito, y viola una regla elemental de convivencia que es la libre circulación de las personas. Esto también es un derecho que tenemos todos los ciudadanos y no debe verse afectado por nuestros propios pares que intentan hacer visible sus problemáticas. Desde piquieteros hasta alumnos secundarios o universitarios, deberían aplicar otro tipo de medidas para llamar la atención de los que gobiernan el país y desatienden problemas básicos como los ya mencionados de problemas edilicios en las escuelas. Cortando rutas o avenidas, sólo se afecta a la gente común que se ve perjudicada psicologica y económicamente por estas interrupciones en el tránsito. El incumplimiento de horario es penado severamente en el sistema capitalista, por lo que los trabajadores además de sufrir el agotamiento mental de largos embotellamientos de autos, sufren el descuento en su salario por eventuales llegadas tarde.


Es hora de activar el imaginario general para crear ideas de protestas que no afecten a los ciudadanos medios, y sí golpeen los intereses de los gobernantes, los principales culpables de estos inconvenientes.


Para ver que hay otras formas de manifestarse ante el Estado, fíjense como protestaron los pescadores españoles por la suba del precio del petróleo: Entre 7 mil y 9 mil trabajadores de la pesca, reclamaron al gobierno español medidas de choque para compensar la suba del precio del gasoil. ¿Saben como lo hicieron? Regalaron 20 toneladas de pescados fresco en Madrid.


No digo que acá se lleve a cabo un protesta así, son dos continentes y paises con realidades diferentes y problemas de distinta índole. Pero el ejemplo sirve para darse cuenta de que cortando rutas sólo se logra el malestar de gente que quizá no tiene nada que ver con el problema, e indefectiblemente, al sufrir los trastornos que se generan con ese tipo de manifestaciones, toman una postura opuesta y no adhieren a los pedidos entendibles y muchas veces razonables que hay en ellas.


Los argentinos ya demostramos que podemos ser creativos en muchos aspectos (y muy estrechos en otros), este es otro de ellos en los que tenemos que mostrar nuestra inteligencia para proponer caminos alternativos a los cortes de rutas y calles, que sólo afectan a los simples trabajadores que poco tienen que ver en el asunto. Para ello, además de creatividad, debe haber tolerancia y respeto por el otro.

jueves, 22 de mayo de 2008

La pobreza: mucho más que un número.

La pobreza es un flagelo que se cobra miles de muertes cada año en nuestro país. Mientras muchos disfrutan la vida, hay otros tantos que la padecen. Esto no es nuevo. Antes se los llamaba esclavos, ahora son pobres. Antes se los sometía, ahora se los excluye. El hambre lo padecieron siempre, este es el peor enemigo de muchos seres humanos aunque resulte difícil de creer.

Parece mentira que haya gente que no tiene para comer estando en el Siglo XXI, el siglo de los avances de la tecnología y la ciencia. Pero esto pasa, y en nuestro país, que tiene un crecimiento sostenido desde hace casi 7 años, y acumula de forma creciente reservas en el Banco Central, cada vez resulta más incomprensible como puede haber tantas personas que no satisfagan una necesidad y un derecho como el de alimentarse.

La presidenta Cristina Fernández se enorgulleció se presentar las nuevas cifras de pobreza, indigencia y desocupación elaboradas por el poco creible INDEK. El porcentaje de gente que no llega a comprar la cabasta básica de alimentos (que es difícil de conseguir, ya que los precios de los productos que la conforman muchas veces no son los reales), es del 20.6%, según el intervenido instituto de estadísticas de nuestro país.

Al parecer, la pobreza disminuyó con respecto al primer semestre del 2007, donde el porcentaje de pobres era del 23,4%.

Estos datos, publicados fuera de agenda (es decir que no estaban previstos según cronograma del INDEK), salieron a respaldar a la presidenta, ante las críticas de la Iglesia, y los estudios de consultoras privadas, que afirman que el porcentaje de pobres es mayor.

El titular de la Pastoral Social, monseñor Jorge Casaretto, en base a un estudio de la Universidad Católica dijo el martes, que tiene "la percepción de que está aumentando la pobreza", y agregó que la gente que pide comida en hogares, se esta multiplicando.

Este cruce por un simple número que indica de forma fría y poco convincente la cantidad de pobres, resulta ridículo. Los pobres están, son muchos y necesitan ayuda. Tendrían que discutir las formas para acabar con esta problematica que atraviesa al país de punta a punta y que se acentúo durante la década del 90.

No se pueden seguir mostrando mejoras en los números de forma demagógica, cuando la pobreza está pidiendo a gritos que lleguen soluciones sistémicas para cambiar este modelo de fabricación de pobres. La exclusión a la que son sometidos es tan cruel que hasta se pretende acultarla con estos números infames que no aportan nada.

De repente se producen estallidos como los que escuchamos esta semana sobre el asesinato de Milagros Belizan. Esta nena de dos años que fue brutalmente asesinada en la localidad de Almirante Brown. Este tremendo crimen fue resultado de la pobreza. Los dos niños menores de 10 años que la asesinaron vivían en condiciones desesperantes, en una pequeña casilla de chapas y cartón, amontonados con sus otros hermanos.


La casilla donde vivía Milagros: el dolor no tiene reparos.

La madre, viuda y sin una fuente de ingresos acpeptable, era alcoholica y drogadicta. Maltrataba a sus hijos en plena calle a la vista de todos. Esa violencia a la que estaban expuestas estas dos criaturas moldeó sus perfiles psicológicos y formó a estos dos prematuros asesinos a los que va a ser difícil reinsertar en la sociedad.

El informe psiquiátrico que se les realizó, aseguró que comprendían lo que hacían, cuando golpeaban y ahorcaban a su pequeña vecina Milagros.

Esto es lo que genera la pobreza, pequeños sin futuro, asesinatos incomprensibles, perdidas irreparables, familias desmembradas, violencia, dolor, resentimiento, odio, entre otras tantas cosas. Como se ve, la pobreza es mucho más que un simple dato, y por más que baje o suba el número, hay que solucionar este flagelo lo antes posible.

Quizá haya menos pobres, pero con casos como este de Milagros, se ve que el trabajo no está concluido ni mucho menos. Este crimen es una abofetada a la realidad, a la que le pide cambios; cambios que no se tienen que hacer esperar. Mientras más tiempo pasa, peor es. Es hoy el momento de empezar a aplicar políticas consernientes a terminar con esta desigualdad y exclusión. Sobre esto hay que discutir y debatir; para fomentar medidas que acaben con el círculo vicioso de la pobreza, no sobre números poco creibles y vacios que sólo sirven de propaganda para los políticos de turno.

viernes, 9 de mayo de 2008

LA HISTORIA SIN FIN

Otra vez cortes de ruta, lock-out, piquete o como quiera llamárselo. El gobierno y las entidades rurales no se ponen de acuerdo y siguen lanzando declaraciones cruzadas, pero de ambos lados dicen que están abiertos al dialogo o a una negociación. Entonces, ¿Qué están esperando?

Está vez, desde el interior del país, aclaran que no habrá desabastecimiento, pero pararán todos los camiones que contengan cargas con granos, por 8 días. De este modo no se exporta, y por lo tanto, el gobierno pierde ingresos, al igual que los productores. Cómo dijo Bussi, de la Federación Agraria, con esta disputa "todos perdemos".

Más de doscientas manifestaciones se produjeron el día de hoy. La más importante fue en el Chaco, donde se congregaron los líderes de las entidades en disputa con el gobierno.

Al parecer, el martes pasado, día en el cual iban a discutirse las tan conflictivas retenciones móviles, el jefe de gabinete, Alberto Fernández, le habría dicho a los dirigentes rurales (alrededor de 12 ruralistas habían concurrido a la reunión en la Casa Rosada) que las retenciones están mal, y que había que modificarlas. Esto sería un reconocimiento honesto que el gobienro no está dispuesto a dar, y menos que se de a conocer a la opinión pública, que cada día se aleja más de Cristina Fernández. El problema fue que el jefe de gabinete luego de los dichos de los dirigentes rurales, salió a desmentirlos, negando la posibilidad de dar marcha atrás con las retenciones móviles.

Luego, Bussi dijo: "Nosotros no faltamos a la verdad. Evidentemente el jefe de Gabinete tiene una voluntad, pero choca contra una voluntad distinta en lo más íntimo del Gobierno".

¿A quién le creemos? A los 12 dirigentes que dicen que Alberto Fernández cambió su postura luego de la reunión por una supuesta presión de la Presidenta o del Presidente (del PJ), o al jefe de gabinete que dijo no saber en que reunión habían estado los dirigentes rurales, haciendo referencia a que habían malinterpretado sus dichos. Lo dejo todo a criterio del lector. No es mi intención volcarme hacia un lado u otro de la balanza, la verdad estoy cansado de tanta pelea y confrontación entre compatriotas que deberían purgar, unidos, por un futuro mejor para el país.

La crisis continúa, y cuando parecia que todo iba a resolverse, de nuevo aparecieron las agresiones y consignas bélicosas. "Tengo aguante", dijo la presidenta, "Están todos locos y son demasiado individualistas", expresó Alberto Fernández aludiendo a los dirigentes del campo. El eufórico dirigente de la Federación Agraria entrerriana, "diente" De Angeli, enfatizó: "Han molestado al gigante del campo", y agregó que no van a dejar "enfriarse", y que los productores empezaron a "endurecerse". (al margen: peligra el asado del domingo).

Usted se preguntará que opina al respecto el flamante ministro de economía, Carlos Fernández. Nada. O por lo menos en ningún lado salió a dar su parecer en un tema que lo involucra de pies a cabeza. Ausencia que alimenta las suspicacias que de que el verdadero ministro de economía, es el presidente del PJ, Néstor Kirchner, y que Carlos Fernández es sólo una figurita altamente manipulable.

Este es el contexto de la argentina actual en lo referente al conflicto agropecuario, no muy dispar de lo que era hace dos meses, lo que muestra los escasos avances en el tema. Avances que me temo, no se producirán, si no cambian la filosofía y la forma de negociar. Hay un temor constante por quedar como los derrotados, que lleva a endurecer y cegar las posturas de uno y otro sector en disputa. El temible ojo de la opinión pública hace que se radicalicen las disparidades y se niegue el reconocimiento del otro y sus necesidades.

Hasta que no se vea el conflicto como algo que perjudica a todos y no como una confrontación en la que algún bando va a salir derrotado, ningún actor en disputa va a flexibilizarse y esta problemática va a seguir abriendo grietas en un sociedad que peligrosamente, en vez de solidificar sus vínculos, se va a dividir aún más.