sábado, 30 de agosto de 2008

El cambio de imagen no alcanza

Luego de los agitados días de protestas del campo y del voto no-positivo del vicepresidente Julio Cobos, se viven días más tranquilos en la políta nacional. ¿Esto es así, o quiero autoengañarme? Ni una cosa ni la otra; lejos estamos de la tranquilidad en Argentina, eso es lo que se intenta transmitir desde las altas esferas del gobierno.

Cristina Fernández se muestra amistosa, sonriente, jocosa, conciliadora, en cuanto acto de inauguración de obras públicas haya. Recorrió todo el conurbano y varios barrios de la Capital Federal mostrando la "nueva cara" del gobierno, que aunque no lo reconozca en su discurso, ha recapacitado acerca de su principal y ahora antigua estrategia de confrontación pública contra todo lo que consideraba como oposición (partidos políticos opositores, la prensa o hasta alguna clase social que desde el kirchnerismo calificaban de "oligarca").


Esta imagen renovada del gobierno, incluye el congelamiento de las figuras más controversiales de esta etapa de la administración kirchnerista. Me refiero nada menos que al ex presidente Nestor Kirchner y a su amigo, el secretario de comercio Guillermo Moreno. Es notable como dejaron de aparecer en la agenda de los principales medios, donde ha tomado un mayor protagonismo el jefe de gabinete, Sergio Massa. Según varios periodistas que analizan la escena política del país, esta nueva figura del poder ejecutivo es el principal mentor de la nueva estrategia con la que la presidenta se siente más a gusto.

Además de darse cuenta de que desde los atriles y con sus discursos setentistas no iban a lograr ningún tipo de conscenso positivo, y sólo se abrirían viejas heridas, el cambio de imagen obedece a que no encontramos en tiempos en los que el gobierno ha cedido terreno y ya no ostenta el poder ni la imagen positiva con la que contaba cuando se inicio el mandato de Cristina Fernández.

El revés en el Senado contra las retenciones móviles obligó al gabinete a redefinir su postura frente a la sociedad que demostró hartazgo con respecto a las políticas comunicacionales llevadas a cabo durante el mandato de Néstor Kirchner.

Ya nada es igual desde el voto no-positivo de Cobos. Hasta los mismos legisladores kirchneristas se animan a enfrentar al círculo de poder del ex presidente. El jefe de la bancada oficialista en diputados, Agustín Rossi, dijo días atrás que al INDEC hay que inyectarle un dosis de credibilidad, en referencia a las innumerables sospechas de que se están dibujando las cifras de inflación en dicha entidad que supo ser modelo para América Latina. Esto puede ser un dato menor, pero muestra que ya no se le tiene miedo a Kirchner, hay espacio para criticarlo.

Hasta Hugo Moyano, lider de una de las dos CGT, se anima a enfrentar al gobierno, en este caso, en el tema de la suba del piso del impuesto a las ganacias (En los utimos días se han decretado políticas públicas que intentan levantar la imagen del gobierno, una de ellas, además de la suba en las jubilaciones, fue la de la modificación y la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganacias, que beneficiará a cerca de 400 mil trabajadores, que dejarán de pagar este tributo). Para el líder de los camioneros se debe eliminar totalmente este impuesto, y lo hizo saber puertas afuera de la reunión que mantuvo con la presidenta, cosa que antes, con kichner ocupando el sillón presidencial, difícilmente hubiera ocurrido.

Dentro de estos síntomas de cambio a causa del debilitamiento, estan las modificaciones introducidas en la cámara de diputados al proyecto de reestatización de Aerolíneas Argentinas que había sido elaborado por el secretario de transporte, Ricardo Jaime. Fue como una marcha atrás del proyecto original, algo que no hizo con el proyecto de las retenciones móviles y tan caro le costó.

Los cambios de estrategia ya están a la vista, aunque desde el gobierno se nieguen las deficiencias del pasado que hicieron que ahora deban mostrarse más conciliadores.

Es un primer paso positivo. Aunque existen riesgos de que estos sean tan sólo cambios superficiales, al menos desde lo más alto de las esferas del poder kirchnerista se han dado cuenta de que algo no estaban haciendo bien.

Quiza dentro de este nuevo marco de conciliación se presenten políticas que solucionen los problemas de las producciones agricola-ganaderas. Desde las entidades del campo se han vuelto a disparar dardos contra el gobierno por que dicen sentirse ninguneados y afirman que nada se ha hecho aún luego del no a las retenciones en el Congreso.

El cambio de imagen lejos está de conformar a todos, y aunque se muestre activa y amigable, aún le queda mucho por hacer a la presidenta (entre otras cosas esclarecer el triple crimen de General Rodriguez, y el aporte de Sebastián Forza a la campaña electoral del Frente para la Victoria) , y esperemos que todo esto no sea una momentánea careta con vistas a las elecciones legislativas del año próximo.

lunes, 11 de agosto de 2008

UNA IMAGEN ENGAÑOSA

El viernes 8 del 8 del 08 a las 8 y 8 con 8 segundos, comenzó la que para muchos fue la más espectacular ceremonia inaugural de los juegos olímpicos de la historia (vale aclarar que el número 8 es considerado de buena suerte por la cultura china). Beijing se vistió de fiesta para albergar a las más de 200 delegaciones de deportistas que buscan el máximo logró de sus carreras: la medalla dorada.

El presidente chino Hu Jintao no dejó nada librado al azar, todo salió a la perfección. Las 91 mil personas que presenciaron esa solemne presentación vibraron ante cada repaso de la rica historia cultural del país más poblado del mundo, que se realizó durante la celebración.

Los números muestran la majestusidad de la presentación dirijida por el cineasta Zhang Yimou: "El nido de pájaros" como se conoce al estadio construido para los juegos, que costó 500 millones de dólares, fue el escenario donde actuaron 14 mil artístas, 9 mil militares, y donde se desplegó una máquina de escritura gigante, un pergamino de 800 kilogramos y una bola imponente que surgió de la tierra que simulaba ser un mundo por donde 54 actores corrían y hacían piruetas, entre otras cosas.


Hubo más de 15 mil vestidos utilizados en la ceremonia, y se lanzaron 30 mil fuegos artificiales desde dentro y fuera del increíble estadio.

Sin duda que fue una presentación que quedará en nuestra memoria. El encendido del pebetero olímpico también fue impactante. Li Ning, el ex "Príncipe de la Gimnasia", que ganó tres medallas de oro, dos de plata y una de bronce en los juegos de Los Angeles 84, fue el encargado de portar la antorcha en los últimos metros de su engorroso recorrido por todo el mundo. Claro que no lo hizo de una forma habitual, sino que corrió en el aire alrededor de la parte superior del estadio que clamaba de emoción.

La espectacularidad de estos juegos intenta ser una vidriera de un sistema político que deja muchas dudas. El gobierno chino, al que muchos catalogan como comunista, pretende utilizar esta celebración deportiva para mostrar todo su poderío. Es innegable la relación existente entre la política y el deporte, que tanto daño le causa al segundo. Alrededor de 80 jefes de estado estuvieron presentes en la ceremonia.

Pero detrás de toda esa parafernalia y esta imagen "futurista" o "desarrolista" de China se esconden aspectos oscuros del gobierno de Hu Jintao que no pueden pasarse por alto.

China viene creciendo desde hace años con cifras de dos dígitos y todo indica que será la potencia económica del futuro; claro que este impresionante crecimiento a nivel productivo tiene sus consecuencias. Estudios ambientales recientes como el de la "Agencia de Evaluación Medioambiental de Holanda" indican que China pasó a ser en los últimos años el país que más contamina en el mundo, destronando a Estados Unidos.

El excesivo uso de carbón parece estar detrás de este notable incremento de emisión de gases responsables del efecto invernadero (dióxido de carbono), que produce el calentamiento global.



Este tema impostergable en la agenda de los paises más poderosos del mundo requiere de un tratamiento inmediato. Deben dejar de pasarse factura los unos a los otros y reducir sus emisiones de CO2. Para los juegos, China puso en funcionamiento ciertas medidas para mejorar la calidad del aire infectado con un smog altísimo que respirarán los deportistas; pero todas estas disposiciones parecen políticas momentáneas que quedarán sin efecto cuando terminen los juegos y Beijing vuelva a su caótica realidad.

"La otra Beijing", como la califica la periodista china Anita Chang, "desinfectada y retocada", donde, según cuenta en un artículo escrito recientemente para Clarín, se ocultan fachadas de edificios, se levantan puestos de vendedores ambulantes y se impide la circulación de la mitad de los automóviles, sólo es una foto retocada y manipulada de la realidad.

Detrás de este fantástico holograma montado por el gobierno chino para estos juegos se esconde a millones de pobres y a políticas sociales conflictivas.

Hace tiempo que está en en tintero el tema de la represión en el Tibet. El Dalai Lama, líder espiritual de los budistas tibetanos, exiliado y refugiado en la India desde 1959 catalogó como un "genocidio cultural" la embestida armada llevada a cabo por el ejército chino en aquella pequeña ciudad ocupada militarmente y que pretende una cierta autonomía del gobierno. Hubo cientos de muertos y miles de desaparecidos, que el gobierno chino niega.


Este conflicto lleva a otro que se está produciendo en estos juegos, que es el de la censura. En su afán por mostrarse como un país ordenado y en continuo desarrollo, el gobierno niega los discursos disidentes y castiga a quienes los propagan. En los últimos días se multiplicaron las denuncias de censuras por parte de periodistas que protestaron por la imposibilidad de acceder a ciertos sitios de internet. Entre ellos, el de Amnistía Internacional, la organización que denuncia la represión del gobierno chino, y que lanzó un comunicado donde criticaba a Hu Jintao y a sus políticas que violan los derechos humanos. Otros sitios bloqueados fueron los vinculados al movimiento espiritual Falung Gong, donde se expresaban diversos discursos antigubernamentales.

Lo más reprochable de todo este marco de censura que engloba a los juegos es la agresión sufrida por varios periodistas de diferentes paises, como Francia, Australia y Japón, entre otros. Varios de ellos fueron detenidos y agradidos por militares que los obligaron a borrar imagenes de sus cámaras de video y en algunos casos hasta llegaron a romper los equipos de trabajo. Una muestra de la intolerancia del gobierno chino con respecto a las voces disidentes y el celoso trabajo que realiza para proteger la imagen que pretende transmitir al mundo.

Estos juegos, empañados por todas estas irregularidades, es otro caso de como el deporte sirve a los gobiernos para tapar cuestiones engorrosas que se esconden bajo la alfombra. En este caso, represión, contaminación y censura, tres aspectos para criticar de China y que la comunidad internacional no puede pasar por alto, y debe hacer oír sus quejas.

El deporte sirve una vez más como cortina preciosa para políticas controvertidas que merecen ser atendidas y discutidas (nosotros como siempre tenemos nuestros antecendentes en estos temas; el mundial de fútbol de 1978 tiene muchos paralelismos con el uso que el gobierno chino hace de estos juegos olímpicos, en aquel entonces se escondió la desaparición de 30 mil personas por parte del gobierno de facto que gobernó en el país desde 1976 hasta 1982).

Estos lazos entre la política y el deporte son inevitables, pero deben criticarse. El segundo no debe servir al primero, la relación debe ser al revés, sino se manchan este tipo de competencias que unen a todo el mundo y de la que gozan deportistas y espectadores de toda clase.

Por el bien del deporte, ojalá la política sea piadosa y no lo destruya por completo.

lunes, 4 de agosto de 2008

PRIMERA CONFERENCIA DE PRENSA DE LA ERA K: SE ACHICAN LAS ESPERANZAS

Cristina Fernández dio la primera conferencia de prensa de la era kirchnerista. Lamentablemente esa fue la noticia del evento organizado por las nuevas caras visibles del círculo íntimo de la presidenta, el jefe de gabinete, Sergio Massa, y el ministro del interior, Florencio Randazzo.

Quienes esperabamos que este nuevo cambio de política comunicacional del gobierno fuera acompañado por cambios a nivel político-administrativo, fuimos decepcionados una vez más. La conferencia de más de una hora y media llevada a cabo en el "quincho" de la quinta de Olivos, acondicionado especialmente para la ocasión, que contó con la presencia de alrededor de 150 periodistas (aproximadamente 100 de medios locales y 50 de medios internacionales), sólo sirvio para que la presidenta haga gala de sus indiscutibles atributos como oradora.

Ante cada pregunta, la jefa de Estado respondia elípticamente. Pudo safar de todos los dardos venenosos que lanzaron varios medios y se lució ante preguntas livianas de medios oficialistas. La prohibición de repreguntar no fue un dato menor; esto facilitó las acciones evasivas de Cristina Fernández. También hay que resaltar el flojo nivel de muchas preguntas.

El único mensaje que dejó la presidenta con sus dichos, es que va a seguir firme con su proyecto. "Volvería a hacer todo lo que hice", expresó, y agregó que la resolución 125 que fijaba las retenciones móviles para la exportación de productos agrícolas, entraba en esta afirmación.

No digo que esté mal la continuidad de un proyecto en el que realmente creen, ni que luchen por lo que para ellos puede ser un medio para el crecimiento de Argentina, pero si me parece reprochable las actitudes de ensimismamiento y negación de otros proyectos de desarrollo del país. Esta falta de atención de las voces disidentes, esconde soberbia y la falta de honestidad de este gobierno que rechaza de forma autoritaria todo tipo de discurso que pretenda derrivar los cimientos de la realidad que pretenden construir.

Estos peligrosos atributos con los que cuenta el kirchnerismo están inmersos en la profundidad de los discursos. Cuando un periodista de France Press (dato al margen: las mejores preguntas creo que, llamativamente, fueron las realizadas por periodistas extranjeros), le consultó sobre la metodología con la que se llevó a cabo la disputa con las entidades agrarias, y si ésta le dejo alguna lección, la presidenta negó cualquier tipo de autocrítica, sólo dijo que pecó de "ingenua" ante la reacción de pequeños grupos poderosos (sigue negando el rechazo que generó en gran parte de la sociedad su política "redistributiva", y atribuye la derrota en el Congreso sólo a la intervención de sectores poderosos de la economía).


Esta permanente negación de la otredad es una especie de escudo que utilizan desde las altas esferas kirchneristas para proteger su discurso acerca de la realidad en la que se encuentra inmerso el país.

Un periodista del medio New York Times, también interrogó sobre el tema de las agresiones que se dieron por parte del gobierno hacia los sectores del campo. Según la presidenta, la "virulencia no fue por parte del gobierno", que actúo de forma "responsable" ante actitudes anti-democráticas de sectores del campo que realizaron el "lock-out patronal" cortando rutas, y agredieron a legisladores en sus casas, en el interior del país. (Parece que la presidenta no escuchó los discursos agresivos de su marido que llamaba "golpista" a los dirigentes rurales, ni tampoco vio cuando el funcionario del gobierno Luis D'Elia, copaba la Plaza de Mayo desalojando a fuerza de golpes de puño y palos a los manifestantes pro-campo.)

En la misma línea se encuentra el INDEC. Mientras todos percibimos como aumenta el valor de la vida, desde el gobierno siguen defendiendo lo indefendible. Además de comparar las mediciones de precios del instituto nacional con la de los paises vecinos, para de alguna manera justificarlos, niega (y al hacerlo las avala) a las patotas del secretario de comercio, Guillermo Moreno. Estas, habrían atacado a los empleados del propio INDEC, que rechazan la intervención que sufrió el instituto de estadísticas, a partir de la cual, los índices dejaron de ser creíbles. Según la presidenta, estas incursiones violentas de los matones a sueldo, son sólo "versiones", y a los funcionarios hay que evaluarlos según su desempeño. (Parece que no vio los destrozos que causaron estos grupos vinculados con el secretario de Comercio, según declaraciones de empelados del INDEC, en las oficinas la Asociación de Trajadores del Estado, que denunciaron justamente a Moreno por sus acciones de aprietes y extorsiones.)

Con respecto al voto no-positivo del vicepresidente, Julio Cobos, en el Senado, la presidenta dijo que hay que "desdramatizar", y aclaró que cada uno "es responsable de sus decisiones políticas". El hecho singular se dio cuando un periodista de TN (Todo Noticias), le preguntó si Cobos tenía perfil de traidor; Cristina Fernández se limitó a responder que ella tiene "mucho respeto por las instituciones".

Se tocaron varios temas más, pero todos, en consonancia con los que repase anteriormente, sin una actitud contemplativa ante las voces disidentes. Avaló el cuestionado tren bala, negó el "doble comando" con su marido, aludiendo a que se realizaban las mismas críticas durante el mandato de Néstor Kirchner cuando se decía que Cristina guiaba sus actos, y resaltó los "formidables" incrementos de la cooparticipación de ingresos con las provincias, entre otras cosas. La primer mandataria también se encargó de resaltar que no había conferencias de prensa desde 1999, y no sólo su marido omitió este tipo de actos de importancia vital para la democracia.

Me quedó sabor a poco. Esperaba algún tipo de autocrítica, de aceptación de voces opositoras; para ser claro, esperaba un cambio, que sólo se dio desde el punto de vista comunicacional para levantar la imagen de la presidenta. Esta "exepcional exposición", según la catalogó el gobernador del Chaco, Capitanich, para los dirigetes del campo no aportó mucho. "No respondió una pregunta concreta", dijo De Angelis, el titular de la Federación Agraria de Entre Ríos.

La presidenta se sintió cómoda, se la vio distendida, ningún periodista logró alterar su postura; la conferencia sirvió para que desde el gobierno se den cuenta de que pueden hablar con la prensa sin fursios y sin perjudicar su construcción de la realidad.

Me quedé con ganas de más, de que le preguntaran sobre el discurso de Miguens en la Rural, sobre la discrecional distribución de la pauta oficial, entre otras cosas, pero sobre todo me quedé con las ganas de vislumbrar un cambio positivo en la forma de gobernar del kirchnerismo, cambio que se hace esperar y que por lo que se ve, quizá nunca llegué y se agoten mis esperanzas de un futuro mejor en este mandato que recién comienza.