jueves, 24 de julio de 2008

¿NUEVA ETAPA?

"Crónica de una muerte anunciada", fue el título de una de las novelas que en 1981 publicó el escritor colombiano García Márquez. Título que grafica de manera inequívoca la salida del ex jefe de gabinete, Alberto Fernández.

El desgastado ancho de espada de la gestión kirchnerista, no aguantó más. "En este esquema no tengo nada que hacer", expresó. No podía seguir conviviendo con enemigos como Julio De Vido (ministro de Planificación), Guillermo Moreno (secretario de Comercio), Carlos Zannini (el secretario Legal y Técnico), todos miembros de círculo íntimo del ex presidente, del que supo ser parte, pero del que en los últimos tiempos debió distanciarse.

La tremenda exposición mediática a la que fue empujado por todos los conflictos del gobierno de Néstor Kirchner y ahora en el de Cristina Fernández (léase INDEC, Skanska, bolsa de Micheli, maletín con petrodólares de Antonini Wilson, enfrentamiento con el grupo Clarín, el proyecto del tren bala, etc, etc, etc.), lo pusieron como la cara visible y consecuentemente el blanco de todas las críticas.

En un principio se cargó con toda esta mochila de inconvenientes y defendió el proyecto del ex presidente con una gran convicción. Pero la crisis con el campo y la derrota en el Congreso fueron un golpe letal para el ex jefe de gabinete. Nunca pudo entender como se llegó tan lejos con este problema, al que intentó darle un golpe de timón; movida que le ocasionó el alejamiento de Néstor Kirchner, enceguecido en su disputa con las entidades del campo. El diálogo con el presidente del PJ estaba cortado, y el ex jefe de gabinete se había volcado hacia la figura de la presidenta, para aportarle una visión crítica de las políticas que estaban llevando a cabo su marido y su entorno en el poder. Hasta dicen que fue Alberto Fernández el que convenció a Cristina para que no renunciara ante el pedido de "dejar todo" de su marido, luego del voto no-positivo de Cobos.


Era el único que intentaba en el último tiempo frenar el doble comando, según escribió el periodista Julio Blank en Clarín. Pero esto le hizo perder espacio en el gobierno. Gobierno al cual ya no pretende encubrir, por que ya superaron un límite. Por eso en su renuncia pretende, y avizora una "nueva instancia" en esta gestión.

La realidad es que empezaron a producirse cambios, pero parecen superficiales. Se fue, en medio de la conmoción por la salida de Alberto Fernández, el secretario de agricultura, Javier De Urquiza. En su lugar, asumió Carlos Cheppi. De Urquiza había quedado desprestigiado por la escasa participación en el conflicto con el campo, ofuscado por la figura de Moreno. Era incomprensible que una secretaría tan importante para el sector agropecuario no tomara cartas en el asunto, pero en fin, Cheppi tomó el cargo con la dura tarea de reacomodar la posición de esta secretaría. Un cambio menor dentro del cuadro del gobierno.

La asunción de Felipe Massa, el ex intendente de Tigre, como jefe de gabinete, no parece tampoco ser un cambio profundo. El círculo íntimo del presidente del PJ, Néstor Kirchner, sigue firme. No se soluciona el problema de desgaste de la gestión actual, con la renuncia de Alberto Fernández, uno de los pocos que intentaba limitar los embestidas del ex presidente en la toma de decisiones del Poder Ejecutivo. Sino que parece todo lo contrario.

Suena a un mero cambio de figuritas, que el ex candidato presidencial Roberto Lavagna (no me pregunten si ahora es nuevamente opositor o sigue en pie su acuerdo con Kirchner por que no se) calificó como "el juego de la silla, donde las mismas caras cambian de posición". Se olfatea que no van a producirse cambios en la forma de gobernar del kirchnerismo, generando confrontaciones y renovando viejos rencores de la sociedad. Como dijo el periodista van der Kooy, con este reemplazo, "se fortalece el viejo sistema de los Kirchner", en donde sólo se aceptan voces consonantes con el proyecto de gobierno, y se respeta a los soldados fieles, dejando de lado las voces disidentes.

Esto es peligroso. Realmente se necesitan cambios. Cambios en serio. Como puntapié inicial, Cristina debería empezar a gobernar y tomar decisiones propias, ese sería el primer y esperanzador paso. Luego debería formar su propio gabinete, con gente nueva, con motivaciones personales y capacitadas para gestionar con emprendimientos propios, no con títeres que se van modificando según la ocasión y el gusto del ex presidente.

Algunos creen que este cambio comenzó. Otros dudan de que sea así. Todos coinciden en que es necesaria una nueva etapa, un aire fresco para que esta gestión a la que le quedan más de tres años de mandato y que ya no puede cargar con el peso del gobierno anterior.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lamentablemente no creo q pueda haber cambios positivos en un gobierno donde hay 0 autocritica....al contrario...cada vez estan mas soberbios y autoritarios...
Lo de Fernandez creo q es un desgaste personal...ya q sin ser VOCERO OFICIAL....se dedicaba a eso....era la cara visible del oficialismo en todos los enfrentamientos....
Fernandez es solo un actor de reparto ....hay otros q son peso pesados...como Moreno, Devido,D"elia,etc....son los q hacen los trabajos sucios...los aprietes....y esos VAN A SEGUIR...
PARA Q HAYA UN CAMBIO DEBERIAN IRSE TODOS....por el bien del pais....