miércoles, 17 de junio de 2009

IMPUNIDAD EN EL NOMBRE DE DIOS

Estuve esperando para escribir algo referido a este tema porque no podía salir de mi asombro, y creía que en los días posteriores al hecho iba a pasar algo más, se iba a aclarar la situación y se iba a llegar a buen puerto. Pero nada de eso ocurrió, la "sentencia condenatoria" al abusador y pedófilo, Julio Cesar "el padre" Grassi pasó como un hecho más, y pocos alzaron la voz para criticar la inconsistencia de la condena.

El tribunal N° 1 de Morón condenó al cura a 15 años de prisión por dos de los 17 casos en los que se lo vinculaba con delitos de abuso sexual y corrupción. Los jueces Luis Andueza, Jorge Carrera y Mario Gómez, encontraron al padre Grassi culpable del delito de abuso sexual agravado por su condición de sacerdote, y corrupción de menores también agravada por ser custodio de los menores denunciantes.

El juicio que no fue público (vaya uno a saber porqué), determinó que Grassi es culpable. O sea, cometió esos delitos por los cuales era investigado luego de un informe de Telenoche en el que aparecían varios chicos de su fundación "Felices los niños" (vaya paradoja), denunciando al cura de abusador.

Entonces, al otro día, esperaba escuchar donde era la cárcel a donde se iba a alojar este delincuente de lo más despreciable que puede haber, pero no, nada de eso. Grassi sigue libre a pesar de que un tribunal de primera instancia lo condenó por abusasor.




Esto habla de la endeblez de nuestra justicia, incapaz de jugarse por una causa que ellos mismos consideran justa. "No quisieron quedar mal ni con dios ni con el diablo", dijo una monja cuando salía de los tribunales, donde se decidió que Grassi, a pesar de que fue encontrado culpable, pueda asistir a la fundación acompañado por alguien que él designe, y cumpla su condena libre, hasta que la sentencia quede firme. Una ridiculez mayúscula.

Esto, de producirse, sería luego de que en segunda instancia, el Tribunal de Casación, rechace las apelaciones que seguramente presentarán los abogados del condenado por pedófilo, que consideró injusta la sentencia.

Es así nuestra justicia, los jueces tienen miedo ante personas influyentes detrás de las cuales hay muchas instituciones poderosas. Un abusador, camina libre por la calle, e incluso puede seguir yendo a su Fundación en donde cometió los denigrantes delitos.

Que impotencia deben estar sintiendo los familiares de esos chicos abusados, a quienes nadie les quitará esa mancha en sus vidas, ni con una condena, ni con nada, pero que al menos desean que a nadie le ocurra una cosa así.

A la pareja que asesinó al policía Garrido en San Isidro, le aplicaron una condena de cadena perpetua por su delito, algo irrefutable, pero con las diferencias de rigurosidad que hay, cuesta creer que haya una justicia igual para todos. A dos delincuentes sin nombre ni contactos se los encarcela toda su vida, algo ejemplar ante el atroz asesinato que cometieron, pero a alguien que abusa de menores siendo el encargado de cuidarlos, se lo deja libre a pesar de estar comprobado su delito. Francamente inentendible.

La justicia de nuestro país, que debe aplicar las controvertidas y maneables leyes, naturalmente imperfectas e interpretables, no está dando garantías de justicia igualitaria. Algo que genera impotencia y violencia.

Otra cuestión paradójica e incomprensible fueron los incidentes ocurridos afuera de los tribunales en los que se acusaba a Grassi. Defensores del cura y de la iglesia católica provocaron incidentes con organizaciones de izquierda que habían ido a pedir por la condena al cura. Parece que esas personas olvidaron los mandamientos de la institución en la que creen, y actuaron violentamente, al igual que muchos integrantes de las organizaciones que se manifestaban contra Grassi. Un bochorno producto de la intolerancia, que muestra como somos, y como reaccionamos ante una adversidad.

Espero que alguna vez Grassi cumpla su condena, como todos aquellos que abusan y violan, y no sea un nuevo acto de impunidad producto de la condición de poder del acusado. Y si no es encontrado culpable en segunda instancia, por lo menos debería haber sido encarcelado hasta que esta condena sea rectificada por el Tribunal superior.

Este es un nuevo papelón de nuestra justicia viciada, que excepto excepciones (valga la redunadancia), actúa de manera incoherente y con poco sentido común (que muchas veces vale más que la rigurosidad de las leyes).

La autocrítica de la Iglesia que cobija a personajes como Grassi, se hace esperar, sería sano escuchar a Bergoglio pidiendo perdón alguna vez por los acontecimientos poco claros que se producen en la institución que dirige.

1 comentario:

gra dijo...

ojala q a grassi le suceda lo mismo q a carrascosa.... ahora si esta preso y cumplira por la muerte de su esposa...ojala q no pasen 7 años para ver que se haga justicia con este ser despreciable....