miércoles, 29 de julio de 2009

HONDURAS: MODELO DE GOLPE DEL SXXI

Hace un mes, el presidente hondureño Manuel Zelaya, era sacado de su casa, en pijama en horas de la madrugada, y era trasladado a Costa Rica por las Fuerzas Armadas de aquel empobrecido país de Centroamérica.




A primera vista, nada extraño para los habitantes de este hemisferio, todo parecía indicar que volvían los golpes de estado militares para seguir martirizando a las sociedades latinoamericanas.
Pero no es tan sencillo el panorama. El ejército se limitó a sacar por la fuerza al presidente electo en Honduras y dejar en el Poder Ejecutivo a un civil, en este caso el titular del Congreso, Roberto Micheletti. Las justificaciones esgrimidas por las autoridades del gobierno de facto instaurado, fueron que Zelaya pretendía realizar reformas antidemocráticas en Honduras, entre ellas, revocar uno de los llamados artículos “pétreos” o inamovibles de la Constitución hondureña que prohíbe la reelección del Poder Ejecutivo.



Todas las medidas que pretendía tomar Zelaya, las iba a someter al escrutinio popular, pero ni el Congreso, ni las Fuerzas Armadas, ni los empresarios, ni la Iglesia estaban de acuerdo. Por ello, La Corte Suprema de Justicia puso en manos de las Fuerzas Armadas el cese inmediato del titular del Poder Ejecutivo en su cargo, tal cual lo establece la Constitución Nacional de la Republica de Honduras en sus artículos 239 y 272, según afirman los neo-golpistas (permítanme el neologismo, ante la nueva situación planteada por grupos de poder en contra de gobiernos populares).

Desde hace un mes que gobiernan autoridades de facto, y Zelaya espera (exiliado), que algunas de las mediaciones como las realizadas por el presidente costarricense, prosperen, pero la situación está complicada, y ninguna de las partes parece ceder terreno.

Ni los neo-golpistas pretenden que Zelaya retome su cargo, ni Zelaya pretende volver si no es para continuar con sus funciones de presidente hasta el posible adelantamiento de las elecciones.
Hay muchas aristas interesantes en este hecho ocurrido en Honduras. Una de ellas es la negación a reconocerse golpistas por las autoridades de facto que echaron de manera violenta y alejada del Estado de Derecho al presidente Zelaya. Las Fuerzas Armadas sólo se encargaron del trabajo sucio, y dejaron el poder ejecutivo en manos civiles, algo novedoso en la región, acostumbrada a que los militares sean los que gobiernen en estas ocasiones. ¿No tenían otra forma de ponerle un freno a las pretensiones de Zelaya que no sea echarlo de manera violenta?

Las comparaciones o paralelismos suelen ser inapropiados porque cada país es un universo totalmente diferente, pero imagínense que aquí en Argentina en vez de ponerle el freno a las retensiones móviles en el Congreso, se haya acudido a las Fuerzas Armadas para que saquen de su puesto a la presidenta electa Cristina Fernández. Hubiera sido bochornoso, pero las instituciones democráticas lograron limitar a uno de los tres poderes básicos del sistema y todo siguió sobre los rieles de la democracia (no pretendo poner el sistema democrático argentino como modelo, tiene muchas imperfecciones también como todas las democracias latinas).
¿No tenían ninguna herramienta de este tipo en Honduras?



Otra cuestión para reflexionar es la de la posición de Estados Unidos y de toda la Comunidad Internacional, que no reconoce al gobierno de facto que tomo el poder un mes atrás, y que continúa firme en sus convicciones. El mismo Obama salió a darle su apoyo a Zelaya. Qué llamativo ¿no? Décadas atrás Estados Unidos era quien colaboraba con los golpistas para que saquen del poder a quienes pretendían desafiar sus leyes políticas y económicas a nivel mundial, pero ahora defiende al gobierno depuesto.

Para comprender esto hay que visualizar los movimientos en las corrientes de pensamientos hegemónicas a nivel mundial que han ido surgiendo. Ya pocos son capaces de desconocer a la democracia como el sistema de gobierno de la modernidad, y menos en esta parte del mundo. Entonces, ¿cómo Estados Unidos va a apoyar a un gobierno que rompe con la idea que ellos mismos impusieron? Sería algo desconcertante. Ahora nuestro vecino del norte necesita de las democracias, se ha dado cuenta que el poder hegemónico de las ideas es más poderoso que el militar, al menos en continentes como el nuestro, muy distinta es la realidad en medio oriente.
Por eso ahora defiende la democracia.

Aún esta difuso el camino de una salida razonable de esta crisis política hondureña. Es preocupante la reacción de los opositores a Zelaya, que debieron utilizar a las Fuerzas Armadas para lograr sus objetivos desestabilizadores. Pero es una nueva muestra de que las democracias latinoamericanas son tan imperfectas y están tan alejadas del ideal que dan para todo. El mismo sistema debería darles alguna herramienta para disputarle el poder al presidente, las Fuerzas Armadas no son el camino, y si el pueblo defiende de las ideas “antidemocráticas” de Zelaya, debería respetarse la voluntad popular. Pero qué difícil resulta esto ¿no? Sobre todo cuando esa voluntad va contra intereses económicos.

2 comentarios:

Sebastián Giuliani dijo...

Es un tema para prestarle bastante atención. Es fundamental de que se llegué a una solución pacifica. Asimismo no creo que sea correcto enaltecer a Manuel Zelaya como si fuera el nuevo símbolo de la democracia (aunque es lo que lograron los golpistas con su manera brusca e ilegal de accionar). Apoyar su reincorporación, si; hacerle un monumento, no. Saludos.

gra dijo...

No conozco mucho de Honduras y de su presidente (aunq me parece simil Chavez....y eso deja mucho q desear)pero no acepto como fue removido de su cargo y lo q esta pasando actualmente en ese pais....ante todo RESPETAR LA DEMOCRACIA!!!!!aunq tenga muchos errores....y como vos decis...no hay otra herramienta para frenar decisiones presidenciales incorrectas?????
Espero q todos los paises americanos nos unamos para ayudar a q vuelva la democracia a Honduras atraves de herramientas diplomaticas....